Cómo es jugar a Tales of Kenzera: ZAU un año después de haber perdido a mi padre

María Pastoriza
review tales of kenzera

Creo que esta no era la review que tú esperabas leer ni la que yo esperaba escribir sobre un juego metroidvania como es Tales of Kenzera: ZAU. Y, sin embargo, aquí estamos. 

El 12 de mayo de 2023 perdí a mi padre. Ese día también salió The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom. Me gusta comentar siempre esta coincidencia porque los videojuegos han sido un refugio para mí desde que era pequeña, y Zelda fue un refugio importante el año pasado. Y teniendo un tatuaje de Zelda en el brazo, supongo que todo esto no podía haber pasado de otra manera. 

La historia de la vida es la vida misma y todo lo que aprendemos a lo largo de ella, pero también la muerte. Y lo que aprendemos con ella.

Tales of Kenzera: ZAU es la historia de dos hijos. Por un lado, Zuberi, que ha perdido a su padre y no está preparado para visitar la tumba y presentar sus respetos. A día de hoy, yo tampoco he ido a visitar a mi padre.

Por otro lado, está Zau, cuya historia conocemos a través del libro que Zuberi recibe de su padre. Zau también ha perdido a su padre, a su Baba. Y donde Zuberi elige el dolor y la tristeza, Zau elige la negación más absoluta, preparándose para luchar y convencer al dios de la muerte, Kalunga, de que le devuelva a su padre. Seamos sinceros, si fuera posible vencer a la muerte, ¿no querrías tú también recuperar a quienes perdiste?

El Sol y la Luna me acompañan en este viaje

mascaras tales of kenzera

La esencia de un metroidvania no es solo avanzar, sino volver a lo que ya hemos conocido, recogiendo lo que hemos aprendido por el camino para poder resolver esos puzles que antes no pudimos. La vida es lo mismo. Y también lo es Tales of Kenzera: ZAU.

Zau es un chamán que recoge las enseñanzas de su padre y hace uso de ellas en el viaje que se le presenta. Para ello, usará las máscaras del Sol y la Luna, con cada una de ellas dándole poderes especiales.

La máscara de la Luna se centra en ataques a distancia, a base de disparos que puedes apuntar. También desbloquearás potenciadores y habilidades únicas, como la posibilidad de congelar a los enemigos o el agua para poder luchar contra la fuerte corriente.

Por su parte, la máscara del Sol está preparada para los ataques cuerpo a cuerpo, que pueden ser devastadores. Potenciarla te permitirá hacer más daño a los enemigos cuando estos choquen con algo, por ejemplo. O crear un inmenso torbellino de fuego con su habilidad definitiva. 

Lo más llamativo de ellas es la estética y cómo cambian las animaciones con cada una. Hasta tu mando de PS5 cambiará de naranja a azul según la máscara que lleves, y tu dash o tu salto también irán en armonía con la máscara. Y es que si algo han cuidado los desarrolladores de Tales of Kenzera: ZAU es el aspecto visual, que te dejará con la boca abierta. 

También está el significado de cada máscara, de cada poder. Y, por supuesto, la relación de todo ello con la figura del chamán. Un chamán es un vínculo entre nuestro mundo y el mundo de los espíritus. El enlace entre lo vivo y lo muerto. Esa es la esencia misma de lo chamánico y, por tanto, de Tales of Kenzera: ZAU.

El legado de mi padre

Tales of Kenzera: ZAU es un gran juego metroidvania que puede parecer no innovar en nada, y aún así es capaz de dejarte sin aliento. El uso de la música o de la ausencia de ella en momentos clave, el volver sobre tus pasos para descubrir algo que no viste, desbloquear los Ecos de la historia de Zau… Hay mucho de lo que encontrarás en este juego que quizás ya hayas visto antes, pero incluso así, tienes mucho con lo que sorprenderte.

Siento que para hablar de las mecánicas de este juego de manera extensa ya tienes cualquier otro análisis que se haya publicado esta semana. A mí me gustaría hablar de la muerte. Y de lo que queda tras ella cuando se lleva lo que más queremos.

Cuando mi padre murió, no lloré. No sentí la devastación del vacío que quedaba tras su marcha. Mi padre arrastró durante diez años un cáncer, y lo único que le trajo la muerte fue el descanso. Había llegado el momento de descansar para él. Pero, ¿qué pasa con los que nos quedamos aquí?

Lloré cuando empezamos a contar sus historias. Cuando empezamos a recordar. A recordar qué nos decía, qué pensaba de la vida, qué hizo aquella vez que en alta mar – mi padre era capitán de barco – fue secuestrado por piratas, cómo cada vez que viajaba a África llevaba comida y ropa para los más necesitados sin que nadie lo supiera. Entonces me di cuenta de lo cierta que era aquella frase de la película de Big Fish: 

Un hombre cuenta sus historias tantas veces que al final él mismo se convierte en esas historias. Siguen viviendo cuando él ya no está. De esta forma, el hombre se hace inmortal.

Y en eso precisamente consiste Tales of Kenzera: ZAU. Porque desde el principio del juego, Zau va recordando todas las enseñanzas que su Baba le ha ido dejando como legado. Con cada paso que da, Zau le va contando al dios Kalunga lo que su padre le enseñó. Con cada una de las historias de su padre, Zau se da cuenta de todo lo que ha aprendido. De todo lo que recuerda de su Baba.

zau tales of kenzera

Papá, tenías razón

Hay una escena que me resultó muy conmovedora que ocurre al principio del juego, cuando conseguimos aumentar nuestra vida por primera vez. Para aumentar la vida tenemos que reflexionar durante un rato bajo un árbol baobab. Cuando esto ocurre, Zau habla de cómo su padre lo llevaba a reflexionar y él no valoraba ese momento de meditación. Zau reconoce que su padre le decía que cuando él no estuviese, se daría cuenta de que tenía razón en lo que intentaba explicarle, en lo que intentaba enseñarle. Y que se daría cuenta de ello cuando él ya no estuviese.

¿No es acaso eso la esencia misma de recordar a nuestros padres cuando ya no están, el darnos cuenta de aquello que no quisimos escuchar cuando nos lo repetían en vida? Y cuando de repente nos faltan, cuando ya no están ahí para volver a echarnos la bronca por algo que nos han repetido mil veces, cuando ya no podemos quejarnos de lo pesados que son con algo… Es ahí cuando todo se rompe. Cuando sonríes con tristeza y piensas: tenías razón, y ahora ya no puedo decírtelo.

Pero la marcha de aquella persona a la que echamos de menos no debe tomarse desde una visión de arrepentimiento, y esta es una enseñanza muy importante en nuestro viaje por Tales of Kenzera: ZAU. Debemos recordar a quienes se han ido, pero quedarnos con todo aquello que nos enseñaron. Y lo que es más importante: mostrar a otros lo que hemos aprendido.

Tales of Kenzera: ZAU es la historia de un padre y su hijo, pero es también la historia de la vida

Todo legado material desaparece. El dinero se gasta, la ropa se estropea. Lo único que permanece, lo único que siempre podemos pasar de generación en generación, es nuestra historia. La historia de nuestros padres, la historia de nuestros abuelos. Eso es lo que verdaderamente nos hace eternos, el recordar y ser recordados.

No hay una forma de recuperar a los que perdimos, y tampoco sabemos si realmente nos volveremos a encontrar. Así que solo nos queda recordar, contar a otros lo que nos han enseñado, compartir las experiencias. Y crecer con ellas.

Tales of Kenzera: ZAU es la historia de Zau, pero también la de Zuberi. Dos hijos con dos padres que ya se han ido. Zau cuenta a Zuberi su historia, contando a la vez la de su padre. Después, Zuberi tendrá que recoger su legado. Y seguir contando la historia.

Es curioso cómo son muchos los que piensan que un juego metroidvania como este, que consiste en superar niveles, volver sobre tus pasos y derrotar enemigos, no debería tener una lección de vida que enseñarnos. Y, sin embargo, aquí estamos.

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